De la última
iatrogenia
que he vivido en mi periplo por esos mundos sanitarios de Dios, ya os he
hablado. La del Sintrom y compañía. Ahora comento sobre la penúltima que
también ha ocurrido hace pocas semanas con un
endocrinólogo. ¿En qué quedamos? ¿Tengo o no tengo hipotiroidismo? ¡Brrrr¡
Primero unas precisiones. Acabo de nombrar a Dios. ¿Dios? Si
existes, discúlpame por usar tu nombre casi en vano.
Ya sabes que desde mi agnosticismo respetuoso, no te niego rotundamente,
aunque tampoco acabo de creer en tu existencia. Sí que me gusta creer en una probable
fuerza superior, aunque sobre ello ya
te contaré en otro momento.
¿”Te contaré”? Pero ¿a quién? ¿A Dios? ¿A la Fuerza
Superior? ¿A la Vida? ¡Vaya lío me estoy haciendo ahora mismo J… Lo
que es seguro es que os lo contaré a ti mi querida bitácora, a ti mi querido
diario y a vosotr@s mis querid@s lector@s.
Bueeeeeno... Y después de este arabesco
lateral -como decía alguien a
quien conocí hace años-, voy a la iatrogenia
debida a un endocrinólogo.
A decir verdad, realmente no ha llegado a ser iatrogenia porque no ha
llegado a ser un acto médico perjudicial para mi como paciente. Y no ha llegado
a serlo porque fui precavida. ¿Ves? Algo bueno tiene que aportarme mi tendencia
al hipercontrol aunque intento controlarla J.
Desde siempre la tendencia a engordar va conmigo. Y
últimamente parece que más, así que decidí por mi cuenta y riesgo visitarme con
un Endocrinólogo esperando orientación nutricional adecuada para mi teniendo en
cuenta todos los medicamentos que tomo.
Después de una breve escucha sobre mi historial médico, me
prescribió un análisis de sangre. “Ya hemos encontrado la causa de su tendencia
a engordar, la causa de su excesivo cansancio, la causa de su tendencia al
insomnio, etc. Usted tiene hipotiroidismo.” -afirmó- . "¡Vaya, ya tengo un 'diploma' más!" pensé yo.
El doctor me recetó medicación que dijo ser de por vida, y me dio visita para
al cabo de unas semanas previo haberme hecho otro análisis de sangre.
“¿Cómo es posible que en los doscientos mil análisis de
sangre que se me han practicado en los últimos tres años, nunca me hayan
detectado hipotiroidismo hasta ahora?”, le pregunté a mi médico de cabecera privado
cuando fui a consultarle al día siguiente.
“Esto es una
exageración” – afirmó–. Y me explicó que distintos laboratorios usan distintos
valores, con lo cual esperaríamos tres meses, haríamos otro análisis en los
laboratorios que a él le merecen confianza, entre tanto yo intentaría bajar
peso y entonces valoraríamos qué ocurre y qué hacer.
Al cabo de unas semanas de lo cual hace pocos días, al
visitarme con mi doctora de cabecera en la Seguridad Social y comentarle la
cuestión, me explicó que ese endocrino tiene unos criterios que ella tampoco
comparte. Entendí que en este caso ocurre aquello de la raya. ¿Recordáis que os expliqué que se dice con insistencia
que con el colesterol la industria farmacéutica ha conseguido que se
baje el nivel de la raya, es decir de
los valores, para incrementar el consumo de fármacos? Pues en este caso igual,
aunque no se si es cosa de las empresas farmacéuticas o algo particular de este
endocrino.

Total que estoy pendiente del próximo análisis de sangre que
también despejará la duda de ¿en qué quedamos? ¿Tengo o no tengo ese nuevo “diploma”
de hipotiroidismo?
Este próximo análisis de sangre revelará dos cosas
importantes:
por un lado sabremos cómo tengo el factor anticoagulante
(aquello de los efectos del Sintrom and Company), y por otra parte sabremos si por
los niveles de no se qué, hay que diagnosticarme o no como paciente hipotiroidea con
medicación para toda la vida. ¡Brrrrr¡